lunes, 11 de abril de 2011

ESTE POBRE CLAMÓ...

POBRE : Es una persona sin posesiones, necesitado, desprovisto, incapaz de adquirir algo. También significa afligido, humilde.

CLAMÓ : qara 'llamar a (es decir, propiamente por su nombre, pero que se utilizan en una amplia variedad de aplicaciones), llorar, invitar. Un clamor es un grito angustiado, una oración desesperada, en algunos casos sinónimo de gemido doloroso.

Y LE OYÓ JEHOVÁ : No podríamos encontrar mejor receptor de nuestro clamor que Dios. Cristo el Señor declara que son sumamente bendecidos, más que felices (bienaventurados), los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Aquellos desposeídos, necesitados e incapaces de adquirir algo por sí mismos, alcanzan la más gloriosa posesión : El Cielo.

¿Quién podría respondernos mejor a nosotros que Dios? ¿Quién podría satisfacernos eternamente sino DIOS?

¿Y con qué podríamos ser satisfechos? Clamé a ti, oh Jehová; Dije: Tú eres mi esperanza, Y mi porción en la tierra de los vivientes. Salmos 142:5 25

¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. 26 Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Sal. 73:25-26

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Jn. 3:16

Dios entregó a su único hijo: Jesús. ¿Qué don más perfecto podríamos desear sino Dios mismo? Dios dándose a sí mismo para ser nuestra posesión más preciada.

Ciertamente Dios nos da todo y podría otorgarnos muchas más, pero… ¿acaso hay algo más deseable para nuestra alma que Dios mismo? ¿Podemos decir con convicción como Tomás: “Señor mío y Dios mío”?

Cuando este pobre clamó, Jehová le oyó y le libró de todas sus angustias. Fue librado de temores. Cuando Dios es la porción del creyente, hay paz, seguridad, confianza. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 1 Juan 4:18. El hombre cuando es regenerado por el Espíritu Santo, comienza a ver y darse cuenta que está desprovisto, ve su condición pecaminosa, ve su pobreza y miseria espiritual, se siente desnudo delante de Dios, y casi puede sentir que sus pies están al borde del infierno, con peligro de caer sin remedio en cualquier momento. Teme al castigo eterno, porque también Dios se le revela como Santo y Justo, que está en el deber de castigarle. Entonces no puede hacer otra cosa que clamar a Dios. Entonces Dios le libra de todas sus angustias. Al salvarnos Dios hace un milagro maravilloso. Nos libra del poder de pecado, nos libra del castigo y la muerte eterna, la ira de Dios sobre nosotros es aplacada. El asunto es que la única razón por la que Dios oye nuestro clamor, es porque la sangre del único justo, Jesucristo, habla más fuerte que la de Abel (Heb. 12). Su sangre nos limpia de todo pecado.

No hay comentarios: